Nuestro sistema educativo, al igual que otros pilares sobre los que se sostiene la sociedad de bienestar, se están viendo seriamente erosionados. Podría entrar en un amplio análisis sobre este asunto, sobre la nefasta gestión pública que, por ejemplo, se está desarrollando en Andalucía, pero el motivo de mi escrito pone el foco en aquellos problemas estructurales en los que los padres tenemos amplias cuotas de responsabilidad. Quizá, debería antes de continuar con el escrito, evadirme de mi sesgo ideológico. Pero, aún pareciendo paradójico, mi carácter de libre pensador y disidente y alejado del conservadurismo, me va a permitir ser lo más objetivo posible bajo mi particular visión de la vida.
Leía,
hace unos días, que cerca de uno de cada cinco
alumnos de 2.º y 4.º de ESO ha sufrido ‘bullying’. Que los problemas de salud
mental (ansiedad, depresión, TDAH, trastornos de aprendizaje) son cada día más
frecuentes.
Ante casos de este tipo u otros, a los
padres nos basta con demonizar al colectivo de docentes o, simplemente, mirar
para otro lado. Exonerarnos de cualquier tipo de responsabilidad.
Mi obligación como politólogo y
científico social pero, sobre todo, como padre de alumna en edad escolar es
aplicar la autocrítica y la denuncia. Denuncia que no se realiza por cobardía
social o por evitar el conflicto fácil e inerte. A veces, leyendo ciertas cosas,
parece que como colectivo hemos sufrido una involución en conceptos como
madurez social o cultura democrática.
Una muestra de lo que comento se está
dando en la cuasi reciente nueva moda de los cumpleaños escolares u otras seudomodas
similares. Son ejemplos de como, gratuitamente, estamos exponiendo a las
familias a un nuevo tipo de presión económica y a nuestrxs hijxs de presión
social. Un muy buen amigo mío, recurriría a un simplismo y lo definiría como que:
“nos estamos volviendo tontxs perdidos”.
Quizá, como padres, lo que deberíamos
cultivar es que nuestrxs hijxs fueran ricos en valores como la amistad, la
empatía o el civismo. Intentar, en la medida de lo posible, alejarlxs de rivalizar,
del consumismo o pugnar por quien tiene más. No creo que este tipo de tendencias
los ayude a afrontar los retos futuros a los que se van a tener que enfrentar.
Seguramente, este fenómeno sea algo
universal y del que sea muy difícil evadirse. La evolución de la globalización,
el capitalismo más salvaje y el neoliberalismo lo han sellado en nuestro
ideario de vida.
Una mirada micro hacia nuestro entorno
más cercano lo pone en retrospectiva. Una sociedad cada vez más extremista y
polarizada. Se intenta imponer el dogma y pensamiento único, impregnando de lo
peor del nacionalcatolicismo con un toque de Varón Dandy. Estas conductas,
evidentemente, marcan las nuevas realidades sociales.
En fin, quizá sea la visión de un
libre pensador.
Francisco Javier Castillejo de Haro. Politólogo, funcionario del Estado y Vocal Politicand.
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