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viernes, 5 de junio de 2020

BAILÉN: PASADO EN PARALELO (PARTE 2)


UN RECORRIDO VISUAL POR EL BAILÉN DEL SIGLO PASADO

Habitualmente no nos percatamos de los cambios que las ciudades, pueblos o paisajes van experimentando con el paso de los años, ya que solemos verlos a diario, e incluso nosotros mismos formamos parte de esas evoluciones y transformaciones. Sin embargo, el paso del tiempo no solo nos influye a nosotros, sino a todo lo que nos rodea.

Por este motivo, cuando nos encontramos con alguna fotografía antigua, fácilmente no solo nos sorprendemos de cómo ha cambiado todo, sino que además dicho cambio nos provoca un agradable, y a la vez triste, sentimiento de nostalgia. Siempre nos agrada volver a recordar cómo era el aspecto que presentaban aquellas calles y plazas e imaginar cómo era la vida y las gentes que las habitaban. Ese encanto que solo poseen las fotografías en blanco y negro, nos muestran escenas de una cotidianidad que, al instante, nos resultan muy lejanas en el tiempo, aunque en realidad no lo son tanto.

El pasado año 2019, en este tradicional programa de Fiestas, publiqué la primera parte de este trabajo al que titulé “Bailén: Un pasado en paralelo”. Este proyecto fotográfico consistía en realizar un recorrido por algunos emplazamientos de nuestra localidad a través de una colección de imágenes inéditas, creando “paralelismos” entre lo antiguo y lo actual para poder analizar y comparar con todo lujo de detalles la huella que el inexorable paso del tiempo ha dejado entre nosotros. Esa primera parte estuvo centrada principalmente en una fecha clave, como fue el 19 de julio de 1962, entre otros. (Si estás leyendo este artículo, te animo a que antes visualices esa primera parte).

Por lo tanto, me gustaría que este material gráfico sirva para recordar aquellos emplazamientos que guardaban ese encanto y sabor de pueblo manchego-andaluz que las décadas se han encargado de eliminar con furia; o si se es algo más joven, conocer el Bailén en el que vivieron nuestros padres y abuelos, tan irreconocible en la actualidad.

Comenzamos este fascinante viaje con una ruta por algunas de las calles y plazas con la apariencia que guardaban aproximadamente en los años 50 del siglo pasado. En esta primera comparativa podemos apreciar el antes y el después de la calle Baños. Calle de casas bajas y encaladas que en nada se asemeja a la actual realidad, la cual ha roto por completo toda la armonía estética y la uniformidad de sus fachadas. Aún hoy podemos apreciar parte de la casa de la derecha, que todavía conserva la esquina de piedra casi intacta. Una buena actuación por parte del Ayuntamiento podría ser la realización de algún mural en esta zona, en la línea de los tantos que, con tanto acierto, se están realizando en los últimos años, así como un renovado equipamiento urbano (nuevo acerado, alumbrado y arbolado). Una intervención integral muy necesaria que hermosearía toda la zona.

En esta segunda parada y prácticamente unida a la calle Baños, podemos apreciar el aspecto que presentaba la actualmente denominada calle José Marín Acuña, una de las salidas hacia Linares, con la misma apariencia que la anterior. Algunas casas aún conservan parte de su fisonomía original. Destacar el detalle de los excrementos animales, que nos recuerdan el uso de animales de tiro como mulos, burros o caballos que aún se utilizaban predominantemente en esos años.


Esta tercera fotografía muestra la actual calle Doctor Fleming desde la zona más alta. En la actualidad nada queda de lo que podemos apreciar en la fotografía de la izquierda salvo el número 12 de la calle; una casa que destaca en magnitud y altura sobre el resto y que actualmente conserva a la perfección su aspecto original.

Siguiendo nuestro recorrido, hacemos la cuarta parada para detenernos y recordar la calle Conde de Torreanaz. Calle céntrica que, tanto en el pasado como en el presente, fue y es núcleo de servicios públicos. En la acera derecha de la fotografía izquierda, podemos apreciar el mástil de lo que fue el cuartel de la Guardia Civil (actualmente es uno de los laterales del Ayuntamiento), al fondo se divisan los árboles de la plaza de José Antonio (actualmente plaza de la Constitución). En la acera izquierda, en primer término, vemos la casa y el rótulo de Correos y Telégrafos y siguiendo la vista hacia adelante, nos encontramos una fachada decorada con dos faroles, la cual correspondía al Cine España, que antes de ser el cine-teatro de invierno que se conserva en la actualidad, lo fue de verano, al aire libre.

Deteniéndonos en esta parcela, muy pocos bailenenses sabrán que, tras el actual cine, se encuentra uno de los mayores tesoros ocultos del municipio, como son los restos del siglo VII de la iglesia-fortaleza de San Andrés, epicentro del antiguo castillo de Bailén. Sería una muy buena noticia para nuestro municipio que se llegara a un acuerdo entre propietarios y Ayuntamiento para que dicho solar pasara a ser de titularidad pública, con el objetivo de albergar en el futuro una zona verde que dejase al descubierto los restos de nuestro castillo, para uso y disfrute tanto de bailenenses como de los visitantes que ello generaría.


Continuando este paseo, nos detenemos ahora frente a la plaza del Ayuntamiento. En ambas fotografías, correspondientes a los años 50-60, nos encontramos ya con el aspecto que, tras numerosas intervenciones, presenta el actual edificio, eso sí, antes de las obras del parking, que acabaron por completo con el encanto y la identidad de esta plaza. Sobre la ventana principal, se aprecia un letrero en el que puede leerse “Casa Consistorial”. Podemos agradecer que, al menos, la fuente del obelisco no desapareciera. En la actualidad se encuentra instalada dentro del nuevo parque Europa, en una de las entradas de Bailén. Esperemos que muy pronto esta fuente vuelva a cobrar la vida y el esplendor que nunca debió perder.
 
Otra de nuestras fotografías para el recuerdo son estas dos imágenes que muestran la calle Nuestro Padre Jesús, conocida popularmente como “las escalericas”. Aún hoy se conserva alguna fachada original. Esta calle conectaba, al igual que en la actualidad, la plaza del Ayuntamiento con la plaza del Mercado. La siguiente imagen se trata de una de las pocas fotografías que han llegado a nuestras manos en la que puede verse parte del primitivo edificio del mercado de abastos.

En ella se muestra la calle Ntra. Sra. de Zocueca en su confluencia con la calle América, donde podemos apreciar una farmacia y uno de los laterales del edificio del mercado con numerosos carteles publicitarios y taurinos de la época y un buen grupo de vendedores ambulantes en la calle. Se trataba del núcleo comercial de aquellos años. Por otra parte, analizando las imágenes, se puede comprobar la enorme cantidad de fachadas esgrafiadas y de piedra (típicamente bailenenses) que existían en nuestro centro urbano y que, desafortunadamente, hoy apenas se conservan. Con un mínimo de sensibilización y concienciación patrimonial y, siguiendo el ejemplo de la reciente y muy acertada recuperación de la fachada de la casa Piñero, podríamos volver a recobrar parte de esa esencia perdida.

La siguiente parada, siempre ha sido (y sigue siendo), de paso obligado para todo viajero o turista que ha pisado nuestro municipio a lo largo de la historia. Antonio Ponz, Pascual Madoz, Théophile Gautier, Alejandro Dumas, Christian Andersen y una innumerable lista de viajeros románticos pasaron por aquí, incluso algunos de ellos dejaron testimonio escrito de su paso por Bailén, particularmente impresionados por la magnitud y belleza del templo de La Encarnación. Las dos imágenes bien podrían pasar por típicas postales; ambas evocan un pasado romántico que el paso del tiempo se ha encargado poco a poco de hacer desaparecer.

La primera de las fotografías muestra la por entonces calle Queipo de Llano (hoy acertadamente denominada calle García Lorca). En ella se encuentra la enorme cabecera de la parroquia, así como la entrada a la zona norte de su atrio. Llama la atención el habitáculo de pequeñas dimensiones contiguo a la cabecera (junto al altar mayor del templo), que en estos años aún se mantenía en pie. Tal vez fuera ese el lugar que ocupaba la primitiva sacristía del edificio hasta que siglos más tarde se construyera la actual.

La siguiente imagen, ya en la calle Iglesia, muestra una vista idílica de la fachada sur del edificio. En ella resalta la pequeña espadaña anexa al cuerpo de campanas, posiblemente la encargada de tocar las campanadas del gran reloj de péndulos que se situaba justo en esa zona superior del campanario, como muy bien dejó constancia gráfica un famoso pintor sueco, Egron Lundgren, que en el siglo XIX se hospedó en Bailén en uno de sus viajes hacia Granada.


Seguimos nuestro recorrido visual de paralelos y, hacia el final de la calle Iglesia, llegamos a la calle Sevilla, una de nuestras arterias principales. La importancia geográfica que siempre ha tenido Bailén, también se ve reflejada en esta calle. En primer lugar, asistimos a la creación del Camino Real de Andalucía, más tarde al Circuito Nacional de Firmes Especiales (CNFE), creado bajo el gobierno de Primo de Rivera en 1926 con el objetivo de promover el empleo y dar respuesta a un tráfico rodado más moderno que poco a poco requería de mejoras en las infraestructuras. Paralelamente a esas obras de modernización de esta primitiva carretera, asistiremos a la expansión de la población y al nacimiento de numerosos servicios como gasolineras, casas de postas, posadas, hoteles, hostales, ventas, fábricas, etc.

El nacimiento del CNFE tuvo su contrapartida en la creación del Patronato Nacional de Turismo, dando lugar a la red de Albergues de carretera para automovilistas, germen de la posterior red hotelera de Paradores Nacionales. Tanto uno como otro, como veremos posteriormente, eligieron Bailén para instalarse, convirtiendo así a la hostelería en uno de los tres principales motores económicos de nuestra localidad. Pero tanto desarrollo tendría que equilibrarse con algún factor negativo. La progresiva mejora de las carreteras, unida al desarrollo tecnológico del automóvil que ofrecía mayor comodidad y libertad de desplazamiento frente al ferrocarril, provocó el cierre de líneas de trenes a partir de los años 50, entre ellas la línea Linares-Puente Genil que contaba con estación propia en Bailén.

En ambas fotografías podemos observar la calle totalmente adoquinada, de la misma manera que aún hoy se conserva parte de la calle Moredal. La zona que aparece en estas dos últimas fotografías, según Pepe Perea, era conocida como “La Redonda”, en la que puede apreciarse perfectamente la casa de “la Margarina” (extractora de aceite de orujo) y la fábrica de aceite de oliva, conocida como “de la viuda de Serrano”. A pesar de todo, este valiosísimo patrimonio de nuestro pasado más reciente no está del todo perdido, pues aún hoy, bajo el asfalto, se conserva este adoquinado prácticamente íntegro. De hecho, hay zonas en las que el excesivo tráfico lo ha dejado al descubierto, incluso se dejó ver en las últimas obras de la calle para la construcción de los nuevos badenes limitadores de velocidad. Qué buena noticia sería, si nuestro Ayuntamiento propusiera la recuperación de este bien patrimonial y la restauración del aspecto de calle empedrada que tuvo antaño, al menos desde la calle Madrid hasta la plaza de Las Cigüeñas… A continuación, para completar esta información, podemos examinar otras cuatro fotografías inéditas de la calle Sevilla desde diferentes perspectivas:
 
Continuamos por nuestro particular trayecto y nos situamos ahora en la misma calle Sevilla, pero esta vez en la confluencia entre las calles Sebastián Elcano y Avenida de Málaga (actual Avenida del Parador), en lo que popularmente se conoce como cruce de Cuatro Caminos. Como vemos a simple vista, el desarrollo urbano ha transformado por completo esta zona de tanta afluencia en nuestra vida diaria. Tan solo ha quedado como vestigio de esta época las tres casas de fachada en piedra que encontramos al inicio de la calle Sebastián Elcano. Si apreciamos los detalles, al fondo de una de las imágenes, puede entreverse el Paseo de las Palmeras con éstas en pleno proceso de crecimiento. En las siguientes podemos leer los diferentes carteles que señalizaban el albergue de Bailén “a 300 metros”, el rótulo del café bar “Cuatro Caminos” (en el espacio que actualmente ocupa el hotel Gran Batalla), los dos puestos de “venta de gas-oil” que existían en ambas aceras para dar servicio a los viajeros o el taxi negro aparcado frente a la puerta del bar.

En este mismo contexto encontramos estas dos curiosas fotografías tomadas el 25 de abril de 1959. Fue un día relevante para Bailén, pues estas imágenes corresponden a la 2ª etapa Manzanares-Córdoba de la Vuelta Ciclista a España de ese año que, según informaba la prensa provincial, atravesaron Bailén (por las calles adoquinadas anteriormente mencionadas), para pasar por Zocueca y Andújar y proseguir el camino hacia Córdoba. La segunda de estas fotografías guarda estrecha relación con la tomada desde la misma posición tres años después, el 19 de julio de 1962 (ver parte 1 del proyecto). Con ella podemos disfrutar de una estampa poco conocida de este humilladero u oratorio, actual ermita de la Limpia y Pura, que en esos años se encontraba totalmente encalada y prácticamente aislada.
 
Para la última parada de esta ruta paralela por el Bailén del siglo pasado, nos situaremos en las cercanías de lo que se conocía como “Huerta de Arteaga” (actual parque Eduardo Carvajal). En referencia a lo que se comentaba anteriormente respecto al Circuito Nacional de Firmes Especiales de 1926, las nuevas infraestructuras y el lugar estratégico y privilegiado de nuestra localización, trajeron a Bailén el progreso de la mano de la hostelería y del turismo.

El Patronato Nacional de Turismo construyó 12 albergues de carreteras repartidos por toda España en torno a los Firmes Especiales. Afortunadamente, Bailén fue una de esas 12 selectas ciudades. Este tipo de complejo hotelero cobró gran importancia en su época, ya que fue el germen del turismo nacional y también el precedente de lo que posteriormente se convertiría en los Paradores Nacionales de hoy día. Además, desde la óptica artística y patrimonial, todos ellos fueron diseñados por dos importantes y famosos arquitectos como fueron Carlos Arniches y Martín Domínguez, adelantados del Movimiento Moderno.

En 1929 se licitó la obra para la construcción de uno de estos albergues en Motril, pero el subdelegado regional, Luis Antonio Bolín, replanteó la ubicación y decidió construirlo en Bailén. Martín Domínguez dirigió la obra y su inauguración tuvo lugar el 23 de enero de 1933. Tras la Guerra Civil, fue reinaugurado el 4 de mayo de 1939.

En la anterior fotografía podemos apreciar la apariencia que presentaba nuestro albergue en su momento de máximo esplendor. Un hombre aparece posando sobre un coche Mercedes frente a la fachada, sobre la cual se pueden leer algunas de las otras ciudades que conformaban esta misma red. Si existía un elemento icónico y característico de estos edificios, ese era su marquesina de entrada; veremos su influencia años más tarde en las marquesinas voladas del posterior Parador o de la estación de autobuses de Jaén, dos grandes ejemplos de arquitectura del siglo XX giennense.

A partir de los años 50, el Ministerio reconsideró la capacidad hotelera del albergue, y tras varios tanteos decidió construir un nuevo edificio junto a éste, el cual se convertiría en el Parador Nacional de Turismo, llevando al primitivo albergue a un progresivo abandono. Las obras de este nuevo edificio tuvieron lugar entre 1964 y 1967. Las dos imágenes inéditas que pueden ver a continuación corresponden a la inauguración del novedoso por entonces, Parador Nacional de Bailén. Éstas pertenecen a un extenso reportaje compuesto por más de 60 fotografías que bien merecen ser expuestas en una tercera parte de este proyecto. A la inauguración asistieron numerosas autoridades civiles y religiosas, siendo el encargado de la bendición el por entonces obispo de la Diócesis don Félix Romero Mengíbar, que pocos años antes (junio de 1964) bendijo el templo parroquial de San José Obrero.
 
El castillo de Santa Catalina de Jaén transformado en Parador en 1975 y el aislamiento que sufrió este emplazamiento a partir de la década de los 90 debido a la creación del desvío de la actual autovía A-4, que privó a Bailén del intenso flujo de pasajeros del que disfrutaba tiempo atrás, se unió a las múltiples mejoras en el transporte, que en la mayoría de los casos ya no requerían de pernoctaciones en el trayecto, por lo que abocaron a nuestro Parador a la pérdida de su interés turístico y geográfico, siendo estos los motivos que llevaron a su cierre definitivo en 1995. Aun así, su actividad continuó durante casi 20 años más desde una entidad privada bajo el nombre de “Hotel Bailén”. El final de esta desventurada historia lo conocemos. Desde 2014 el edificio se encuentra en un estado preocupante de deterioro y abandono, siendo objeto de vandalismo, robos e incendios. En la actualidad, el futuro del edificio es incierto. El asunto queda en manos de nuestros dirigentes, de los que esperamos actúen con la sensibilidad patrimonial que el asunto merece, pues no podemos permitirnos (otra vez) perder un edificio de esta magnitud, ejemplo clave del Movimiento Moderno arquitectónico del siglo XX en la provincia de Jaén.

Aquí concluye esta segunda parte de “Bailén: pasado en paralelo”. Es innegable que la fotografía se ha convertido en una herramienta de primer nivel para reconstruir la trama urbana de nuestro pasado más reciente. Con este pretexto he intentado hacer una comparación entre la fotografía en blanco y negro y la actual desde el mismo lugar en el que fueron realizadas hace más de medio siglo. De esta manera, la imagen cobra vida y el espectador identifica a la perfección esos lugares tan alterados a causa del transcurso de los años.

Hoy en día, la fotografía está al alcance de cada persona y de cada instante vivido si se quiere. Esto no ocurría 70 años atrás, cuando la fotografía era un lujo al que muy pocos podían acceder. Paradójicamente, las nuevas tecnologías nos están robando nuestros recuerdos sin que seamos conscientes de ello. Fotografías en las redes sociales, fotografías en nuestra galería de imágenes del teléfono móvil, fotografías en “la nube”…

 ¿Seremos capaces de conservar esa ingente cantidad de datos digitales durante años de la misma manera que así lo ha conseguido la fotografía tradicional de papel? Esta es una reflexión que constantemente me hago, más aún en estos momentos en los que hemos pasado de estudiar la historia, a vivirla en primera persona a causa de esta histórica pandemia global que nos ha afectado tan intensamente. Por ello, aprovecho estas líneas para alabar y reconocer a personas como José María García, Joaquín Castro o muy especialmente Juan Simón, por el trabajo que están realizando en el presente. Sus colecciones fotográficas que a día de hoy no tienen más valor que el puramente estético o informativo, en un futuro, serán el tesoro histórico de generaciones venideras de historiadores e investigadores que, gracias a su labor, visualizarán y reconstruirán nuestra historia a través de esas imágenes, con la misma nostalgia e ilusión que ahora nos produce a nosotros.

Sinceramente espero que hayas disfrutado de este recorrido por los recuerdos de la misma manera que yo lo he hecho al realizarlo. Me quedo con una conclusión, y es que no todo está perdido. Existe una larga lista de intervenciones para llevar a cabo con el fin de recuperar nuestro pasado y nuestro patrimonio, tan solo necesitamos un mínimo de conciencia y sensibilización patrimonial y la colaboración de todos y cada uno de nosotros.

Feliz conmemoración del 212 Aniversario de la Batalla de Bailén. Este año desde el corazón y el orgullo que nos produce ser bailenenses. ¡Viva Bailén!


Bibliografía:

- Lijarcio Medina, S. (2017): Egron Lundgren: un viajero desconocido. Locuber, 1: 69-79.
- Rodríguez Pérez, M. y Ceresuela Puche, A. (2015): Albergues de carretera. La metamorfosis de un tipo hotelero. Estudios turísticos, 205: 35-70.
- Rossi Cabrera, A. (2017): La influencia de las vías de comunicación terrestre en Bailén y su relación con la trama urbana. (TFM) Universidad de Jaén.
- Todas las fotografías han sido extraídas del fondo de la familia Ortega, en depósito en el Instituto de Estudios Giennenses (IEG).

 


Sebastián Lijarcio Medina
Historiador del Arte e
investigador local
                                                                                                   PREMIO CAECILIA A LAS LETRAS


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