"Me
gustaría compartir un sentimiento que me asalta cada vez que asisto a un gran
partido de Nadal. Llegado el momento y al rato de iniciarse el juego, casi
siempre pienso que el otro es mejor, que sus golpes son más largos y mortíferos,
que su revés hace más daño y que su servicio no digamos... En cada caso percibo
que Nadal tiene, además de un partido por jugar, un problema por resolver. Como
si antes de derrotar al adversario tuviera que vencer su propia debilidad (el
saque, la volea, los dolores crónicos...). El resultado es que cada partido de
Nadal incluye, a mi modo de ver, un ejercicio de superación. Sus encuentros no
están planteados desde la superioridad técnica (como hace Federer), sino desde
el asalto salvaje, desde la inferioridad rebelde. De ahí que la épica sea
consustancial a sus victorias, porque en esta historia David siempre mata a
Goliat. Al margen de la victoria, el placer es observar cómo Nadal tuerce, en
cada torneo, el destino que parecía contrario. Hay una lección moral en eso, un
mensaje que cala rápido y que le distingue de otros tenistas, de otras personas.
No dar una bola por perdida es un buen consejo para transitar por la vida.
Sospecho que por eso nos gusta tanto Nadal. Porque en cada partido nos recuerda
el camino".
Publicado por Diario AS
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