Jo, ahora resulta que la comunidad de propietarios de la Costa Tropical en la que vivo durante el verano quiere emular al Senado y algunos integrantes han pedido pinganillos y traductores porque dicen que, con tanta variedad de léxico, en las reuniones no se enteran. El otro día el presidente de la mancomunidad, que es de Motril, dijo que en la urbanización iban a colocar unas farolas muy ‘pollúas’ y muchos de los asistentes (procedentes desde todos los puntos de España y parte del extranjero) se quedaron a cuadros. No sabían que en Motril una cosa muy ‘pollúa’ es una cosa ‘buena’ o ‘bonita’. Pero es que el secretario, como buen sexitano, tiene la costumbre de que todas las palabras que acaban en ‘a’ él las termina con ‘e’. Hace poco dijo en una reunión: ‘A le pisine l’hase falte ague limpie y hay que traerle de Almuñeque’ (Traducción: ‘A la piscina le hace falta agua limpia y hay que traerla de Almuñécar). Mi vecino Mariano, que es de Madrid, protesta airadamente porque dice que no se cosca cuando habla el secretario.
Pero peor lo tienen los de habla inglesa. En la urbanización hay muchos ingleses e irlandeses que han comprado allí su casa para pasar los duros inviernos en su país. Un vecino que se llama Harry contó lo difícil que le resulta entender algunas cosas. Nos hizo partícipes de una anécdota que le ocurrió una mañana que fue a Salobreña a comprar un antibiótico Parece ser que el boticario está aprendiendo algunas nociones del inglés, que es lo que ha recomendado el Ayuntamiento a todos los propietarios de negocios del pueblo para poder atender mejor a los clientes ingleses que, como ustedes saben, hay muchos en la Costa. Mi vecino Harry, que ya sabe muchas palabras en castellano, preguntó:
-¿Hay ampollas?
El farmaceútico, que también sabe algo de inglés, creyó que le había dicho ‘I am Pollas’, por lo que le respondió:
-Good morning, míster Pollas.
La mente de Harry está todavía procesando la respuesta del boticario.
Es por eso por lo que se ha pedido que en las reuniones de la comunidad haya traductores y que todos asistamos a ellas con pinganillo en la oreja. Si los utilizan los del Senado, una institución que no sirve para nada… ¿por qué no la vamos a tener nosotros? Llevamos tres sesiones debatiéndolo, pero todavía no nos hemos puesto de acuerdo. La urbanización tiene muchos problemas, algunos muy graves, pero todos pueden esperar. Ahora lo más importante es saber cuántos traductores necesitamos y la marca de los pinganillos que vamos a utilizar. Les tendré informados.
Andrés Cárdenas Muñoz
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