Es curiosa, o al menos eso me parece, la moda que se impone en Bailén en los últimos tiempos, de construir "trancos" y "barrancos" por nuestras calles para dificultar un poco más la circulación. ¿Han visto ustedes los que se han instalado en la calle Arroyo? ¡Como para no verlos!. Uno a principio de la calle, que es más un obstáculo que un himno a la moderación en la circulación. Y otro al final de la calle, que para mi que no tiene sentido, pues está casi en la intersección con la calle Sevilla. ¿A quién se le ocurriría ir a toda pastilla ante la proximidad de una vía de mayor circulación? Ciertamente no tiene sentido.
Para quien os pregunte os diré que esos "trancos" y "barrancos", que probablemente permitan que ante nuevas inundaciones en dicha calle Arroyo, que salte el agua a las aceras y de paso a los comercios allí instalados, incluido Pepe Chico y Pedro Maldonado, que las vienen sufriendo de un tiempo a esta parte. ¿De qué vale que se eleven los adoquines de los acerados si por otra parte ayudamos a que el agua se suba a las aceras? Os decía que dichos trancos y barrancos son de todo ilegales, no cumplen normativa alguna en cuanto a altura y a anchura, otra cosa será el efecto que produzca ante los conductores, que evidentemente tendrán que frenar. Como quiera que algún conductor despistado, sin necesidad de ir demasiado deprisa, no los vislumbre a tiempo, el tortazo será sonado, como si contra una pared de hormigón se estampara. Aconsejo que los desperfectos que se le produzcan en el vehículo los reclame al Ayuntamiento, pues lo que han hecho nuestras autoridades, contraviniendo cualquier normativa de Tráfico, es poner trabas, obstáculos, problemas, trancos y barrancos ilegales en las calzadas, emulando aquella frase de nuestro bienamado Manuel Fraga de: "la calle es mía".
Mientras, lo que era un parque infantil de tráfico, en la calle Donantes de Sangre, junto al Ambulatorio, no tiene ni una señal de tráfico, ni se utiliza ningún día del año para el fin que fue creado, que no era otro que impartir señales de educación vial. Porque si poner trancos y barrancos en cualquier calle, a traición del conductor, es colaborar en la educación vial, que baje el de arriba y lo vea.
Un poquito de por favor sí le vamos a pedir al Ayuntamiento, cual es que de una vez termine los trabajos -y ya van para siete años pidiéndoselo- de la ampliación del Paseo de las Palmeras, para evitar que se convierta en lo que ya casi es, un basurero público, un parque desolado y un espacio desangelado. No vale colocar unos aparatos para niños y adultos, que está muy bien, pero que en el entorno deplorable en que se encuentra, da pena verlos.
Es probable que nuestro amigo Cándido Lorite nos hable de estos "trancos" y "barrancos" en próximos números de Bailén Al Día, con más profundidad y detalle. Yo solamente lo apunto, porque hoy mismo, transitando por la calle Arroyo a menos de 20 o 30 kilómetros por hora, casi me los trago, por lo que no me extraño que en estos dos últimos días más de uno se los haya comido enteros ante la poca visibilidad que ofrecen y, como decían en mi pueblo, con la mala leche con que están "colocaos".
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