Cuando se está en un puesto público se debe tener siempre cuidado con las inauguraciones, sobre todo si la inauguración viene precedida por el descubrimiento de una lápida, inscripción o rótulo. Y más si esa inscripción tiene la intención de perpetuarse en el tiempo. No hay nada peor que inaugurar una placa con un nombre mal escrito o con errores de ortografía. Por ejemplo Calle Ortega y Gasset y que la calle ponga calle Ortega y Gaset o calle Carolina donde debería poner calle La Carolina, etc, etc. Algún día haré un artículo con una pequeñísima recopilación de erratas comunes.
Como de erratas o errores tipográficos nadie está a salvo, hoy vengo a fijarme en un error de métrica mayúsculo. En la recién inaugurada placa de la estatua del General Reding existe una terrible y lastimosa inscripción, y eso que está puesta desde hace tres días. Un amigo mío, me decía, refiriéndose al Bailén Informativo, que él prefería que no saliera el ejemplar que estábamos preparando, a que saliera mal, con incorrecciones y erratas. Él prefería no dejar un legado cutre para las generaciones venideras, que sacar la revista a cualquier precio.
Esta vez voy a tener que darle la razón. Quizás no deberíamos haber puesto la placa si eso va a resultar el hazmerreir de todos los que la lean. Una Octava Real, compuesta por ocho versos endecasílabos con rima consonante alterna y pareado final: ABAB ABCC, (también llamada Octava Rima) se convierte por imprudencia y dejadez en un archipiélago de palabras puestas sin orden ni concierto, con la única premisa de que las palabras quepan en la placa. Han salido diez versos con difícil comprensión poética, como podrían haber salido once o doce tal y como muestra la fotografía.
La placa, con su métrica original, debería ser así:
"Triste patria, llora sin medida
la prematura muerte del famoso
Don Teodoro Reding que dio su vida
por consevarte en tiempo proceloso.
A su cadáver da acogida
y espera que en estilo más copioso
de Bailén se amplifique la victoria
se ensalcen sus virtudes y memoria"
En fin, Serafín, algunos van a tener un poquitín menos de autoridad, o van a tener que ser más benévolos con su alumnado respecto a trabajos y exámenes de Literatura.
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