Miro perplejo la disputa entre los alcaldes de Vigo y Madrid para conseguir que en sus calles, bueno en las del centro, que la periferia es otro cantar, cuelguen millones de luces estas navidades y ver quien gana. Cuanto menos, causa estupor la disputa, máxime cuando tal exageración y dispendio se hace con el dinero de los contribuyentes. Históricamente somos país dónde eso de ver quien está por encima del otro es lo habitual. No hace mucho, en Jaén capital, un alcalde decidió que las rotondas tuviesen esculturas mastodónticas, de hecho, frente a la universidad es posible que tengamos el “pavo” más grande del Estado. También se ha puesto muy de moda conseguir la bandera más grande, para satisfacción del sector textil chino y sus almacenes por estas latitudes. Por lo pronto en eso de banderas, a nivel provincial, va ganando una recién ondeada en La Cerradura, quizá hasta que el pique entre municipios comience una carrera para superarla. Luces, monumentales rotondas, banderas inmensas, gastos prescindibles, pero claro entonces ¿Quién puede presumir de tenerla más grande?.
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