El Ideal
Gallego.
“DE LÓPEZ-AMADO
A BREA EIROA”
Redacción | Actualizado 26 Septiembre
2012 - 00:16 h.
Se trata de dos escritores
coruñeses que están a punto de publicar su más reciente obra. El coruñesismo a
ultranza de ambos y su valor intrínseco como escritores, merecen un comentario.
Julio López-Amado publicará su libro titulado “Ojo de buey”, recopilación de
sus más enjundiosos artículos que vieron la luz en el periódico “Canal NW”.
Lleva un valioso prólogo del escritor y periodista Ángel Padín. La portada del
volumen se debe al pincel genial del coruñés universal Alfonso Abelenda y el
libro contiene también un laudo del coronel José Navas Ramírez-Cruzado.
En cuanto al contenido de la
publicación, decir que es un auténtico ejercicio de fina ironía coruñesa,
poniendo siempre el dedo en la llaga y acertando de plano en las críticas
–aceradas siempre, sangrantes nunca– sobre temas de rabiosa actualidad.
López-Amado es un cronista
incansable del hoy del mundo que le rodea. Su prosa, absolutamente periodística
y genialmente acertada, llena un libro que viene a compensar un vacío existente
en la bibliografía coruñesa. Cordial enhorabuena.
Por lo que atañe al otro escritor
coruñés en ejercicio, Carlos Brea, duque de la Medusa , hombre ya bragado
en el mundo de las letras, decir que prepara la salida de su más reciente
libro: “Río Martín 2 y la corona negra”, subtitulado “Un coruñés en Río Martín,
de Tetuán, Protectorado de Marruecos, 1949” . Hay una especie de prólogo, a cargo de
Javier Reverte, en un todo acertado. A un texto absolutamente biográfico y
preñado de anécdotas, datos, efemérides, sucedidos y narraciones, se une un
valioso conglomerado de fotografías del autor, tanto de España como de África.
El libro de Brea es una
aportación, totalmente necesaria, al devenir de España en África en momentos
absolutamente difíciles y que el autor plasma con visión que me atrevería a
tildar de “casi fotográfica”.
Carlos Brea es un escritor en sazón que, a mayor
abundamiento, ha actuado, con prestancia e hidalguía en series para la
televisión, en las que se apostura y respetable bigote han jugado carta de
naturaleza.
El libro no tiene desperdicio y
Carlos se reafirma, una vez más –con su prosa fina y aristocrática– como un
escritor en sazón.
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