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martes, 24 de julio de 2012

La Soledad y yo... By Montse Monsalve

Nos sentimos tan solos, tan abrupta y desoladoramente solos, a pesar de estar rodeados de gente que en ocasiones el silencio es el ruido más atronador que podemos escuchar. Comemos sin apartar los ojos del teléfono, obviando los que tenemos enfrente, enfrascados a su vez en otra pantalla. Hablamos con gente porfacebook o twitter  y ninguneamos la mano que posa sus dedos en el ipad del otro lado de la mesa. Hemos olvidado el calor, los susurros y las conversaciones relajadas y pausadas de los amigos que nos aportan su complicidad cercana, a cambio de las letras de otros que no sabemos cuándo veremos, pero a los que mimamos más sin darnos cuenta. Retamos a desconocidos a partidas de Scrable en una aplicación de éxito , a pesar del plagio, y nos reímos de quién nos propone pasar un domingo jugando, como antaño, al trivial de cartón y quesitos. Nos metemos al servicio con cientos de "amigos" y pasamos minutos dejando de lado a los que nos escuchan pacientemente frente a un refresco, caña o vino, porque el whatsupp  nos saluda. Estamos alienados. Somos adictos a las nuevas tecnologías  y nos dedicamos a hacer fotos con nuestros iphones al atardecer, en vez de respirar, disfrutar o simplemente memorizarlo, porque Instagram así nos lo ordena. Nos sentimos tan solos que no sabemos disfrutar de nuestra soledad. Llamamos por teléfono sin razón, excusa, ni mesura en las horas, para no tener ni un segundo en el que escucharnos a nosotros mismos. Si no estamos acompañados físicamente, necesitamos estarlo telemáticamente, de cualquier modo, y así, la pregunta no aflora, como mala hierba, retándonos a inquirir cuándo estaremos un rato con nosotros mismos. Qué hora dedicaremos esta semana a leer un buen libro, pintar una horrorosa acuarela, jugar un partido de fútbol o de padel, darnos ese baño relajante con el que soñamos o degustar una buena cena sin que exista el mañana. En esta cárcel en la que nos hemos condenado por cuenta propia, las palabras escritas en las celdas no son más alentadoras que este ostracismo del nosotros mismos al que nos hemos abocado. Periódicos que gritan "crisis", "paro", "rescate", "prima de riesgo", "congelación de sueldos", "subida del IVA", "España se hunde"... y nosotros, que un día empezamos con vocación, ilusión y sueños una carrera de fondo llamada periodismo, nos dejamos enganchar en esa maraña de noticias negativas que no aportan nada que eduque, entretenga, acompañe y mejore a quien nos lea.  Yo hoy voy a comer con mis amigos, los de carne y hueso, los que sonríen, tienen olor a verano y risas que parecen música. Voy a pasear con ellos, a compartir confidencias, a disfrutarlos en detrimento de los otros, los que descansan en redes sociales y aplicaciones móviles. Mañana tal vez regrese a mi celda y pida perdón por esta tarde de ausencia, pero hoy, al menos, no me sentiré sola. Disfrutemos de los ojos con párpados, pestañas, lágrimas y sonrisas cosidas y dejemos de lado, al menos un par de horas al día, aquellos que apagan los nuestros.

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