CALLE ORTEGA Y GASET

Ortega era bibliotecario y en la guerra le quemaron la biblioteca.

Gaset era soldado francés y también era el típico gachón que después de la batalla se queda en campo enemigo. Simuló unas heridas de guerra que no existían. Decía que no podía andar porque se había caído del caballo. Nadie le dijo nada. A quién le importaba después de una severa derrota si un soldado se quedaba inválido o no.

Gaset vio llorando a Ortega con su biblioteca carbonizada y aún humeante por las bombas que la habían destruido.

-¿Qué te ocurre?

-Mis libros, mi lugar de trabajo, han quemado todo lo que me importaba.

-C´est magnifiqué! ahora ni tú ni yo tenemos nada. Yo no tengo ejército porque vosotros lo habéis vencido y tú no tienes libros por que nosotros los hemos bombardeado. Es una ocasión singular para empezar una nueva vida. Creo que tú y yo debemos ser amigos, trabajar juntos y demostrar que después de la guerra podemos curar juntos nuestras heridas.

-Pero... tú no estás herido.

-No te preocupes. Fingiré no poder mover las piernas hasta que podamos recuperar tu biblioteca.

(...)

Y después de muchos años, cuando Ortega y Gaset crearon la nueva biblioteca de Ortega, Gaset se levantó de su silla de ruedas de madera, e intentó andar, y aunque llevaba mucho tiempo fingiendo no poder valerse por si mismo y tenía las piernas muy agarrotadas de no usarlas se puso de pie orgulloso y volvió a decirle a su amigo:

-C´est magnifiqué!

Tú ya tienes tus libros, tu trabajo, tu hogar y yo ahora vuelvo a tener piernas para volver al mío. Estrechémonos las manos y digámonos adiós como buenos amigos.

Y es por esto que en Bailén existe una calle dedicada a estos dos personajes que sufrieron durante la guerra y de cuyo ejemplo todos podemos aprender una buena lección.

FIN

Dedicado a aquellos que hacen los trabajos del Instituto cortando y pegando lo primero que encuentran en Internet y también a quienes permiten rótulos como el de la fotografía años y años.