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lunes, 31 de mayo de 2010

EL EJÉRCITO. Artículo aparecido en COPE JAEN el 31/05/2010. Por Manolo Ozáez


Buenos días. Al menos luce el sol en este luminoso día de primavera. Y es que está el patio demasiado revuelto, demasiado para mi gusto. Menos mal que los más de 30 años de democracia en este país nos permiten opinar, debatir, enfrentarnos cara a cara arrojándonos las ideas, porque con este escenario teatral, hace 27 o 28 años estaríamos tal vez cagados del susto, huyendo en desbandada o acaso sacando pecho, según las poses que cada cual adoptara y el bando al que nos sumáramos. Hoy, gracias a Dios, como decía mi coronel hace apenas dos semanas, en Colmenar Viejo, la Institución que más valoran los españoles, según todas las encuestas realizadas por los gurús de la sociología y la estadística, es El Ejército, paradigma de adaptación al nuevo marco constitucional y social de este país en el contexto europeo e internacional. No podríamos decir lo mismo de la clase política, de toda la clase política, sin excepciones honrosas, que las habrá, no me cabe la menor duda, pero que serán las menos. Ni tampoco de la judicatura, que cada día nos sorprende con una nueva puñalada al bajo vientre mientras con la mano escondida nos secciona la yugular, incluso abalanzándose como lobos esteparios entre ellos mismos, ¡qué espectáculo más bochornoso! No le van a la zaga la clase empresarial, representada por un quebrado en horas bajas, o los sindicatos que, siendo necesarios en este tablero democrático, no han sabido adaptarse a la nueva situación que vive el país, marchando por sendas fabricadas en tiempos de bonanza y que hoy ya no son válidas. Por ello, reivindico el papel de nuestro ejército en este marco social, al que admiramos los españoles, y lo hago extensivo, por definición y convicción, a otro cuerpo de carácter militar, como es la Guardia Civil, recientemente reconocida por la Asociación Caecilia como Entidad de Carácter Social, labor que pocas personas les reconoce y quizás el ámbito en el que más actúan a diario. ¿Y cuál es, te preguntas, la moraleja de este cuento? Pues que políticos, jueces, empresarios y sindicatos aprendan a mirar de reojo a nuestro ejército y copien y peguen sus valores, pues a buen seguro que mejor les iría, y de paso también a este país necesitado de nuevos moralistas.
Manolo Ozáez

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