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martes, 13 de abril de 2010

VENGANZA

Lo cierto y verdad, Miguel Ángel, es que el sábado nos humillásteis. Nos tenéis la medida tomada. A pesar de que el Barça-Madrid no fue un partido para enmarcar, la emotividad se podía cortar con un cuchillo en una atmósfera de alta tensión. No es que el Barcelona exhibiera especiales cualidades, el fallo es que Pellegrini planteó el partido para impedir el juego del contrario en vez de favorecer el del Madrid: he ahí su mayor error. Cierto es que cualquiera podía haber inclinado la balanza a un u otro extremo, pero en este caso la suerte -entiéndase de los campeones- favoreció al visitante.
Ciertamente supuso una humillación, contenida pero humillación al fin y a la postre. De ahí que ayer, en el partido de paddle me desquitara, flagelándote con una sonora cuasipaliza. Entiéndeme, Miguel Ángel, aunque no te dijera nada en el partido, en el subsconsciente subyacía mi extremo deseo de vengarme, lo que conseguí. Y puestos a pensar, pienso, que no está del todo mal el envite, pues mientras quien perdió el sábado fue mi equipo, en el cual por cierto yo no juego, llego a la conclusión de que son ellos, los que cobran cantidades millonarias, los que han perdido, ¡YO NO! ¡QUE SE JODAN! Sin embargo, en el paddle, quien ganó -repìto, humillando- fui yo, a título individual, participando activamente como uno de los dos miembros de la pareja paddlística. CONCLUSIÓN: He ganado más que lo que he perdido, pues yo no he perdido.
Otro gallo cantaría si se tratara de festejar títulos, entonces sí, esos sí los disfruto, inmerso en la marea de la alegría colectiva que se produce cuando tu equipo se alza con la deseada presea: para eso estamos los hinchas, ¿o no?
Moraleja: cuando pierde mi equipo pierden ellos. Cuando gana mi club yo participo de ese triunfo. Pero, cuando quien vence en el torneo soy yo, entonces, sin lugar a dudas gano yo -máximo si es con paliza y humillando al contrario-.
Lo siento Miguel Ángel, otra vez será. La venganza está servida. Tú ya me entiendes.

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