No te enfades, Miguel Ángel, si te digo cabroncete, pues nadie sabe a quien va dirigido. Es más, al no ir firmados los artículos, habitualmente, nadie se imagina que me estoy dirigiendo a ti, Perea. De hecho, hoy he comentado varios escritos con algunos seguidores de este blog y no han caido en la cuenta de quien lo ha escrito y de a quien va dirigido, Miguel Ángel.
La otra realidad, mamporrero, es que sigues sin escribir en el blog, liado con tus asuntos, tus investigaciones, tus clases, tus alumnos, tu intensa vida social, tus marchas por la serranía de las barras de los bares, y tus infinitos proyectos.
Espero que algún día, Perea, te dignes ausentarte de tu nube manga y bajes al suelo, recuperando el hálito perdido. Yo, por mi parte, te prometo no descubrir, Miguel Ángel, a quien van dirigidos a estos escritos.
Pd: Pásate al email que te he enviado un mensaje un tanto esotérico y misterioso.
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