Disfruté con el partido de Fútbol-Sala entre Bailén y Jaén, que acabó con 5-4 a nuestro favor. La tarde había comenzado con una excelente película de acción en la sala Bowling de Linares, pues las películas de los cines de Bailén no me terminaban de convencer. Sesión de bolera en la ciudad vecina -apenas quedaban pistas libres en la bolera de Bailén. En el resto de polideportivos de Bailén (?) jugaban a un deporte nuevo, recién importado de EE.UU. que se llama baloncesto, y que se quiere promocionar en nuestra tierra, por lo que el Ayuntamiento ha puesto a disposición uno de los cinco pabellones de que contamos.
Se respira el incieso y el espíritu de la Semana Santa, las carreteras hacia la playa y hacia los destinos turísticos de la temporada, se plagan de vehículos. En cada interior se vive una historia que jamás nos será contada. Pero en todos hay ilusión por convivir unos días y olvidarse de los problemas del día a día: la crisis, la hipoteca, las notas de nuestros hijos. A las 22 horas me relajo siguiendo el partido del Real Madrid contra el Málaga en la Sexta: no juega bien pero termina ganando. A mi hijo, Nico, le cuento que en el último 6-2 del Málaga al Madrid jugaba un amigo mío de Jaén, apenas dos meses mayor que yo que se llamaba -y aún se llama- Totó, que por cierto le marcó 2 aquel día al Real Madrid. Quiero recordar que fue en la temporada 2004 o 2005. El Barcelona hace lo propio y vence al Valladolid: no suelta lastre el puñetero.
Paseo con mi hija María por las Palmeras. Cuando la cojo de la mano recibo la energía necesaria para desear que todos los días sean cuando menos iguales. Mañana domingo engatusaré a Gema para que me acompañe en peregrinación hacia el tercer cielo. Estoy deseando que amanezca un nuevo día ¡por favor!.
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