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domingo, 5 de julio de 2015

Triste noticia para BAILÉN INFORMATIVO y para la ASOCIACIÓN CAECILIA, la muerte de RAFAEL DURILLO CABRERA





Ha muerto mi amigo Rafael Durillo Cabrera esta mañana mientras practicaba carrera, en las cercanías de la Estación de Autobuses de Bailén. Mi corazón se ha quedado helado, a pesar de los rigores del caluroso tiempo. Mi cerebro no entendía, no asimilaba que tan luctuoso hecho hubiera ocurrido. La razón me lo confirmaba, pero la emoción lo negaba.

He tenido que conectarme a facebook, a los grupos de washap, a los blog de Bailén, y aún así me negaba a aceptarlo. No podía entender que una persona tan joven, con apenas 36 años, hubiera fallecido mientras practicaba carrera a las 9 de la mañana. Deportista desde que lo recuerdo. De hecho fue el deporte el que nos hizo coincidir. Precisamente los dos nos disputábamos la titularidad como centrales, hace más de una década en el equipo de Fútbol-Sala "Fontanería Alfonso Rodríguez", a las órdenes de Pepe Arance Ramiro, quien diplomáticamente nos iba haciendo rotar en dicha posición. En aquel equipo coincidimos con Pedro Soria, con Tete, Juan Gabriel, Cristóbal Rodríguez Ramos, con Molinos, con Jesús, con Bobas, y algunos compañeros más.

  Más tarde volvimos a coincidir en las tardes de los sábados, en los partidos que organiza el común amigo Pedro Soria, volviéndonos a disputar la posición de central. De hecho me sorprendí que, tras un período de inactividad de Rafa por una lesión, reapareció con un aspecto muy mejorado, y una pérdida de peso notable, que le hacía presumir de esbeltez.

Tampoco puedo evitar recordar su pasión por el Fútbol Club Barcelona, que nos hacía rivales en las conversaciones, yo como madridista confeso y él como culé convencido. A cada uno se le sumaban los acólitos de uno y otro bando, formando un grupo de opinión, encuentros y desencuentros amistosos, pues en realidad ello no nos dividía, sino que nos acercaba, aunque fuera para conversar y diferir en las opiniones.

Tal vez uno de los aspectos que mejor recuerdo de Rafa era su bondad, su humildad, su habitual forma tranquila de ser. Era, y siempre será normal discutir en el campo por una jugada, por un resultado, por una entrada a destiempo, pero cuando el partido finalizaba siempre era de los primeros en abrazarte, en chocarte la mano, en felicitarte, quedando para el próximo encuentro. Ahí acababan las diferencias y comenzaba a aparecer el amigo fiel.

Siento pena por su esposa, por sus hijos, por sus padres, por sus familiares, por sus amigos, y por toda la familia deportista a la que ha dejado huérfana de su cariño.

Descansa en paz Rafa.


Manolo Ozáez

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