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viernes, 21 de octubre de 2011

La vida resumida en un folio a una sola cara y a doble espacio. Artículo de Manolo Ozáez para COPE JAÉN

Buenos días amigos. Es posible que alguno de vosotros se sienta identificado, acaso dibujado, en las palabras que os voy a susurrar al oído. Si es así, espero que hoy cuando salgas a la calle, cuando llegues a la oficina o al tajo, o al volver a la calidez de tu hogar, grites lo más alto que puedas, pues poco a poco te van dejando sin voz, sin aliento, sin presencia. Hace unos pocos días, un extraño, trazaba en público mi currículum profesional y literario, con el esbozo inacabado de una breve relación de hechos vitales, que, en conjunto, no ocupaba más de un folio por una sola cara y a doble espacio. Justo al acabar el fulano su intervención, una terrible náusea recorrió de sur a norte mi cuerpo, pues comprendí que el resumen de una vida no puede ocupar tan exiguo espacio. ¿Cómo ignorar mis viajes espirituales y periplos vacacionales por Turquía, por América, por el desierto argelino de Tinduf? ¿Mi descubrimiento vital de Lisboa, París, Atenas o Spetses? No podía creerme que en apenas un minuto y medio hubieran desentrañado los amasijos complejos de una vida, en este caso la mía, pero podía ser la de cualquiera. Obviar que se pertenece a una familia que tiene sus orígenes más cercanos en Jaén y antes en Cambil; ignorar que en El Almendral, de pequeño nos apedrearon, o que junto al Arco de San Lorenzo, con seis años, otro grupo de chavales nos calentaron; la de veces que robamos tirajitos a los barrios vecinos para lograr la mejor hoguera de San Antón; las largas noches de insomnio por un amor adolescente que no cuajó; o los trasnoches de feria en feria regados de alcohol. Ni tan siquiera haber encajado en un renglón hablar de la mujer con la que he compartido 22 años de existencia, con sus penas y glorias. Peor aún desdeñar la infinita presencia de mis hijos Nicolás, Gema y María, justificándolo en la imperiosidad del reducido tiempo de que disponemos en los protocolos. De ahí mi angustia, mi arcada, al comprobar que se intenta explicar, en el minúsculo espacio de un folio, por una sola cara, y a doble espacio, la intensa vida que en suerte a cada uno nos tocó vivir, reducir a lo infinitesimal los innumerables episodios en que se desgrana una vida a tope, como es tu vida y la mía.

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