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viernes, 24 de diciembre de 2010

Artículo de Manolo Ozáez para COPE JAEN de 24 de diciembre de 2010

Buenos días y Felices Navidades, aunque no lo sean para todos. O al menos eso pensarán algunos que recibieron la papeleta de despido, con efectos del 31 de diciembre. Motivo: la dirección de esta empresa ha perdido la confianza en usted. Después de 28 años te parece surrealista que el motivo sea este. Pues no será, si lo que quiere usted es justificar tal decisión. Yo me imagino otra: acabas de cumplir 55 años, y para ciertos grupos profesionales, por ejemplo el sector del seguro, con 55 años se es viejo, ¡reconócelo! Precisamente tú defendías hace 10 años esos postulados, cargándote a diestro y a siniestro a agentes y a delegados porque no cumplían los objetivos de la compañía, o bien porque, sencillamente, comenzaban a resultarte insoportables; por estética, ética o seguidismo, que a fin de cuentas daba lo mismo, para eso eras el jefe. Pero nunca pensaste que ese dedo inquisitivo que señalaba hacia el exterior, hacia la puerta, marcaría tu futuro inmediato, el que comienza el 1 de enero mientras digieres la copiosa cena de Fin de Año, ¡pues vaya año, pensarás! ¿Y ahora qué hago? Acostumbrado a mandar grupos numerosos de productores, pues la denominación de personas la colgaste en el diván del olvido hace más de una década; habituado a viajar surcando mares, cielos y carreteras; aclimatado al buen mantel en los mejores hoteles y restaurantes, midiendo por el terror de tus subordinados las diferencias de status, no aciertas a entender el porqué de esta patada y a la calle. Y te das cuenta tarde, si bien con apenas 55 años, de que estás solo, de que has abonado el desprecio y el odio a tu alrededor, de que la humillación a que sometiste a tus colaboradores ahora se venga en tu persona, arrojándote a la cara tres décadas de nefastas experiencias personales y de deshumanizadas mentiras, y es cuando te preguntas si realmente mereció la pena.

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