Buenos días, como cada mañana de viernes. Creo que ya van 65 artículos, con un margen de error de un 10 por ciento hacia arriba o hacia abajo. Al igual que los políticos y sociólogos de nuestro país, que suelen errar con un 30 o un 40 por ciento de margen de discrepancias, hacia arriba o hacia abajo. Erraron con el tiempo de duración de esta masacre económica que llamamos crisis. Erran cuando previenen una recuperación trimestral de equis tanto por ciento, o cuanto predicen la reducción de desempleo que se va a dar en la última mensualidad estadística. Pero es que los fallos y errores, curiosamente, se inclinan hacia el interés del lado político de quien los augura o de quien los maldice, por lo que desde el mismo instante en que analizan los datos dejan de ser ciertos y objetivos, estén en el lado o espectro político en que estén. No vamos a aprender nunca en este amado país que los grandes proyectos, los luminosos triunfos, los avances más extraordinarios se dieron -y no lo digo yo, lo dicen las hemerotecas de nuestra historia- cuando de verdad nos unimos, cuando los españoles dejamos de preguntarnos por la filiación política, cuando obviamos consultarle al vecino acerca de su credo filosófico o religioso, cuando dejó de importarnos el color más claro o más oscuro de nuestra curtida piel de hombres y mujeres libres; cuando nos reunimos a puerta cerrada, dejamos fuera los oropeles y ropajes y nos miramos a la cara para encontrar que a pesar de todas nuestras insalvables diferencias, somos, curiosamente, en apariencia iguales. Es entonces que comenzaremos a caminar.
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