Hoy en día, más de un contertulio y escritor avezado, compara las famosas gestas heróicas del pasado, aquellas en las que participaba el osado Aquiles, o el sabio Ulises, o el bravo Héctor, o más reciente el Cid en su cruzada particular contra los moriscos, y demás acontecimientos históricos, con los enfrentamientos deportivos. El clásico Madrid-Barça, el Atlético de Madrid-Valencia, el Manchester United contra el Chelsea, o Los Angeles Laker contra The Cavalliers en la NBA. Gracias a Dios que algunos paises y algunas sociedades resuelven sus diferencias sobre un terreno de juego y con cientos de cámaras de televisión como testigos ecuánimes del resultado.
Sabéis, y para quien no lo sepa yo se lo digo, que soy del Madrid. En la casa me ha salido un garbanzo negro que es del Sevilla. Os aseguro que ayer disfruté con la magia del fútbol como no había disfrutado en mucho tiempo. Hubo momentos en que ciertamente la lucha sin cuartel que se exhibió en el terreno de juego, era comparable a las gestas antguas. En aquellos momentos pensé que en un futuro podríamos resolver nuestras diferencias con un juego, con un balón entre los piés, y no masacrándonos entre nosotros. Lo único que lamenté es la congoja de algunos buenos amigos que no lo pasaron tan bien como yo, caso de Rafa "el pájaro" que es biribiri, o Miguel Ángel Perea, que es del Barça, como Paco Framer, y otros que omito pues la lista es demasiado larga. No obstante como hice ayer, nos tomaremos unas copas antes y después del partido, unos para olvidar, y otros para evocar.
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