Las mentiras tienen las patas muy cortas. Que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Que no sirvas a quien sirvió ni mandes a quien mandó. Que la verdad solamente tiene un camino. Y que los refranillos que nuestros padres nos contaban suelen funcionar.
Hoy me he enterado que el Ayuntamiento, tu Ayuntamiento, iba a cesar al Cronista Oficial, Juan Soriano, y que él -no sé como interpretarlo en estos momentos- ante dicha situación al parecer irreversible, ha presentado la dimisión. Ello, visto así y analizado el asunto con cierta perspectiva, ha supuesto un caso excepcional entre el colectivo de Cronistas Oficiales, los cuales no sé, aquí y ahora, si han levantado o levantarán su voz contra la barbarie política, contra la manipulación a la que cada día nos vemos sometidos los ciudadanos por los que se suponen nuestros representantes, más preocupados de eliminar rivales políticos, sociales o ideológicos, que gestionar y procurar el bien común.
Algo que nunca había ocurrido en nuestro país -yo al menos desconozco otros supuestos´, ¡ilústrenme!, ha tomado forma en Bailén, fruto de la demencia senil de quien debería dirigir una nave ya a la deriva, a pesar de que no se aprecia oleaje en lontananza. Una distinción que se mantenía honorífica y vitalicia se ha quebrado por una decisión unilateral, nunca, y así nos consta, colectiva. Ahora la pregunta es: ¿concederán tal título de Cronista Oficial de Bailén a un acólito y ferviente militante de partido? Está por ver, pero se advierte en el ambiente intoxicado que ello provocaría la consecuencia de que ante un cambio político previsible, habría no obstante que "cargarse" al intruso y reponer la situación anterior al abuso.
Yo no sé vosotros, pero yo sí alzo mi voz contra las injusticias, al menos mientras no esté afónico y con la garganta quebrada.
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