Estos son los enormes carteles a los que obliga la subvención pública por ley. Algunos los han criticado por grandes, otros por costosos, y otros por publicidad institucional desmedida. Pues aquí tenemos el momento gráfico de su colocación, casi, cuando la obra ya estaba finiquitada, pero la ley hay que cumplirla, y los trabajadores de Épsilon se afanan en el encargo.
Al fin y al cabo, las empresas que hacen carteles también pueden estar en crisis y estos cartelones también hay que pagarlos. Si Paris bien valía una Misa, un par de aceras con fuente y cuatro pinicos bien valen un cartelón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario