Buenos días amigos, aunque dicho así suene a eufemismo. Habrá quien piense que incluso a chanza y pitorreo, con lo que está cayendo de lluvia radiactiva, de explosiones nucleares en los reactores de Fukushima, un balance de más de 4.300 muertos, 8.000 desaparecidos, y sin esperanzas de hallarlos, y pérdidas económicas en torno a los 100.000 millones de euros, cifra que en mi calculadora profesional no tiene cabida. Buenos días, aunque os suene a mofa y bufonada, porque tenemos que seguir viviendo con esta crisis económica, financiera, de empleo, inmobiliaria, bursátil, de valores sociales y ahora agravada con el riesgo nuclear. En un principio sopesábamos la situación ligera, al rato complicada, más tarde imposible, ahora, algunos la nominan insalvable, apocalíptica, dantesca, pero yo, cada viernes por la mañana te voy a regalar los oídos con un BUENOS DÍAS AMIGOS, pues lo único que no me pueden quitar, lo único que me queda es la palabra, y esa no la tengo hipotecada, no responde de ningún préstamo, salvo el que va unido a nuestra libertad, es decir, a la vida. Es por eso que, a pesar de que la lluvia radiactiva empape mi cabello y oxide mi cerebro, os seguiré despertando cada viernes, en calzoncillos, con un BUENOS DÍAS AMIGOS.
Por Manolo Ozáez
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