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viernes, 26 de abril de 2024

La deriva de la política y la presunción de inocencia. (F. Javier Castillejo de Haro)

 

F. Javier Castillejo de Haro. Graduado en Ciencias Políticas y de la Administración. Vocal de Politicand (Asociación de Politólogos de Andalucía).

Los últimos acontecimientos acaecidos alrededor de la figura de nuestro “Primer Ministro”, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, me hacen reflexionar hacia donde se dirige la política en España.

Como analista político, lo sucedido me ha descolocado. Reconozco que se me cae un mito de la resistencia política. Creo que lo ocurrido no obedece a ninguna estrategia electoralista. No tiene sentido, con la actual cobertura. Las expectativas son que el PSC va a mejorar, notablemente, sus últimos resultados en Catalunya. Además, con relación a las próximas elecciones al Parlamento Europeo, los últimos sondeos demoscópicos sitúan a los socialistas empatados, en intención de voto, con el Partido Popular. Probablemente, la situación de continuo hostigamiento, de la derecha y ultraderecha política y mediática, le ha superado.

La política, entendida como la fórmula de llegar a puntos de encuentro con  diferentes, está desaparecida. La ausencia de argumentos y propuestas, el “tú más”, la política barriobajera y de trinchera, la utilización discrecional de las "fake news" o la testosterona se ha impuesto a los valores que deberían de imperar en las diferentes sedes de la soberanía popular. La actual casta política no ayuda a disminuir la desafección del electorado y la polarización de la sociedad.

A ojos de la opinión pública, la presunción de inocencia no existe. El caso de Begoña Gómez es paradigmático. Resulta demencial,  basándose en una serie de artículos periodísticos sin demostrar, condenar a una ciudadana.

Ante este proceso, de reflexión del Presidente, los ciudadanos nos preguntamos que pasará. Se abren cuatro posibilidades:

- Que no dimita y retome su actividad, como cabeza visible del poder ejecutivo.

- Que no dimita y se someta a una cuestión de confianza. Solo tendría sentido a efectos simbólicos. Este mecanismo parlamentario debería utilizarse si existieran disensiones con sus socios de coalición.

- Que dimita y convoque elecciones. Es el supuesto que veo más improbable. Sería un acto de irresponsabilidad hacia su partido y el electorado progresista. Supondría, casi con total seguridad, un cambio de color de Gobierno.

- Que dimita y se aplique, reglamentariamente, el artículo 101 de la Constitución Española. Cesaría el Gobierno y permanecería en funciones hasta la toma de posesión del nuevo. A continuación, comenzaría la apertura de consultas, la consiguiente proposición del Jefe de Estado de un candidato (probablemente la Vicepresidenta Primera, María Jesús Montero Cuadrado), sometiéndose a una votación de investidura en el Congreso de los Diputados.

El lunes nos quitaremos de dudas.

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