Como
decía en los ochenta el cantante gallego de Golpes Bajos, German
Coppini, son “Malos tiempos para la lírica”. Si lo extrapolamos
a otro contexto, podríamos afirmar que son “malos tiempos para la
política”. Numerosos casos de corrupción que cuestionan el
crédito de los líderes y gobernantes. Los intentos secesionistas en
un horizonte incierto. El permanente, y a veces absurdo,
enfrentamiento político, más allá de los intereses de los
ciudadanos. La encrucijada de la crisis, de esta terrible crisis que
aún perdura, y que no solo ha dañado el bolsillo de las familias,
sino también a la cultura, al arte, a la historia, ante el evidente
abandono por parte de las administraciones, del patrocinio, y la
carencias de apoyos para la investigación de nuestros hechos
históricos, en los que se sustentan los valores de nuestra actual
sociedad. Esa deriva, vástago, de una dependencia económica que
ayuntamientos y otros entes públicos soslayaron, no es el caso de
Francisco Javier Márquez Sánchez, alcalde de Jaén, y de Juan
Latorre Ruiz, alcalde de Arjona. Ambos abogados, militantes de
distintos partidos, lo que a nosotros nos da igual, nos da lo mismo,
nos es indiferente. Lo que les trae a la Casa de las Órdenes, y a
este reconocimiento es su abnegada apuesta por la recuperación de la
cultura y las tradiciones de sus localidades, más allá, como dirían
sus colegas, de “toda duda razonable”. Es loable, en ambos, su
entrega, su trabajo, su entusiasmo por indagar en nuestras raíces
históricas y hacer florecer la horma de la que este país, sus
hombres y sus mujeres, está hechos.
B.I.
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