CÁNDIDO CANO CARMONA
Corrían los años 80 por
nuestras venas,
pAra
algunos jóvenes aquello era la pera,
siN embargo
para otros, la lucha, la época,
entenDiamos
significaba la vida, el futuro,
las infInitas
formas de mostrarnos como éramos
y tal vez Dejar atrás la marca de una pisada,
la huella dOnde otros incapaces la mirada.
Con veinte años en las
espaldas,
A mil por hora las esperanzas,
Nadie podía huir hacia la
nada,
O era vivir o esquivar las
mañanas.
Algunos equivoCaron
la suerte, confundieron los síntomas,
malgastaron en Alcohol y drogas el regalo de la vida.
Otros, cándidos, afeRrados
a sus sueños, disfrutaron
como ángeles alzados, Mientras los demás caían.
No es algo nuevo. NO es
ni tan siquiera verdadero:
es la misma historia coN distintos
actores, mismo
decorado, treinta años trAnscurridos, pero el mismo
cuento.
Por Manuel
Nicolás Ozáez
22/02/2018
El teniente reservista, del ejército del aire, Cándido Cano Carmona |
PABLO LOZANO ANTONELLI
Piensas
que es fácil elaborar un acróstico?
Aún
crees que la imaginación es sierva de lo mundano?
Boy,
“con b”, a desafiar al lenguaje, a pugnar, a retar
La
frase rota, el giro imposible, el libre albedrío.
Oír
los versos nunca escritos, los poemas inacabados.
Al principio de los tiempos, del verbo, el soL
que encubre la metáfora, habita oculto en su ocasO
la quimera de encontrar el
sonido, de descubrir la voZ
perdida en el laberinto de la ciencia y de la palabrA
es puro juego que por la
senda de la acción, reaccióN
y aproximación, amarra como ancla al galeón, el romance acrósticO.
A un
tiempo son los inicios del vocablo, a otro tiempo son los finales.
Nadie
apostaba por insertar la letra codiciada en el corazón, en el medio,
Tontos
e ilusos que en ocasiones nos complicamos la vida en exceso.
O quizás
es de lo que se trata? De aspirar el personaje a la eternidad
No por sus actos, no por sus
hechos o sus hazañas, tampoco por sus aciertos,
Encontrar
la inmortalidad por la expresión, el lenguaje, por el término
Logrado
en veinte versos desencadenados como furia, como viento
Liberado
del menoscabo y del perjuicio, roto el corsé del verso,
Incluso diría que destrozado,
para definir a la mujer o al hombre retratado.
Por Manuel
Nicolás Ozáez
03/03/2018
El empresario ubetense, del sector del turismo y el ocio, y recreador, Pablo Lozano Antonelli |
MANUEL
PEDRO RECENA CARRIÓN
Montes
perdidos fueron refugio y sustento,
Audacia
de vertebrar la oscuridad de la noche;
Navegar
en la vida con ánimo y resueltos,
Una
voz callada, un susurro, el silencio
En
la quietud es un aliado, tal vez un derroche
Ligero
de equipaje aunque cargado de remiendos.
Policía,
acaso lo más parecido a fuerzas especiales,
En
las que conoció el valor que se nos supone,
De
dónde surgieron los valores patrios sustanciales,
Rey
y honor en la divisa del corazón, se opone
Otras
mil veces a la traición clavada como puñales.
Reina
la calma. Ahogados cientos de suspiros,
Entre
compañeros, la supervivencia es el premio
Cuando
esta no supone el grave sacrificio
En
los confines perdidos de un universo.
No
perder en la brújula de la vida el norte,
A menudo
esquivo, en ocasiones sutil y ligero.
Concebimos
el esfuerzo como parte de una libertad
Ansiada.
Era apenas ayer el rincón de sus recuerdos,
Redimido
por el deporte de mil heridas al despertar,
Revistas
que son andanadas de viento a lomos del metal.
Imposible
no amar la vida, se agolpan los sentimientos;
Ocasiones
en las que la familia, los veteranos amigos
Nombran
tu apellido y al fin clavan una cruz en tu pecho.
Por Manuel
Nicolás Ozáez
28/02/2018
Manuel Pedro Recena Carrión, policía local en Baños de la Encina y deportista |
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ RAMOS
José
María irrumpió en mi vida a través de la megafonía:
Orden
de jornada: el sargento Ozáez se persone en la cafetería.
Sí
pudiera mostraros la cara de poema que tuve ese día.
En
Colmenar Viejo, en Madrid, no podía creerme lo que oía.
El suboficial Mayor nos invitaba a unas cervezas,
compañeros de fAtigas en la Academia Militar,
relatando las peRipecias
de la vida castrense y marcial;
destinos compartIdos
y anécdotas evocadas,
el destino que A través
de mi los había reunido.
Recibí
con júbilo la visita de José
María.
Oteando
el horizonte visitamos la FAMET,
Descubriendo
los hangares de los autogiros,
Ráfagas
de viento desde los simuladores,
Imaginándonos pilotos en misión por Egipto,
Guiándonos
en vuelo por los espacios abiertos,
Urdiendo
planes que aún hoy dudo viví despierto.
En
algún lugar de aquel cercano recuerdo,
Zarpé
en mil aventuras por aquel o este tiempo.
Rondamos
a medianoche las modernas calles de un barrio viejo,
A ratos
contando anécdotas de Bailén, nuestro pueblo, un vino fresco,
Más
y más vinos, más y más cuentos, personajes, lugares,
Ora
la Tasca, ora el Imperial, ora el Andaluz, hora tras hora,
Sentimos
el hambre que aplacamos en un irlandés con sabor añejo.
Por Manuel Nicolás
Ozáez
23/02/2018
José María Rodríguez Ramos, teniente del Ejército de Tierra, en la reserva |
JUAN PEDRO QUESADA ORTEGA
Jaén
conoce de gestas, héroes y batallas
Una
tierra regada con lágrimas y sueños,
A un
grito ahogado le suceden voces
No
menos cargadas de épicos recuerdos.
Podríamos
llenar de infinitos espacios
Escarpadas
páginas de empinados picos
Donde
el mar no surge, pero la hiedra crece
Rápida,
rebelde, sin evitar apenas que comience
Otoño
en septiembre y veranos de diciembre.
Quiso
la casualidad, o acaso un noble destino
Urdir
la historia, forjar cimientos y leyendas,
Epopeyas
de una, de dos, de tres guerras,
Sucedidas
en el polvo de este universo
Asaltado
por los millones de olivos centenarios
Dólmenes
que izan sus estandartes y banderas
A
un viento en ocasiones cálido y en otras
frío.
Otros
hombres de estas tierras narrarán sus memorias,
Referirán
a sus hijos las moralejas y las anécdotas,
Tantas
y tantas efemérides, asuntos que concebían
En
un ejercicio noble en clave de hidalguía.
Glosarán
mil elogios en proclamar las épicas
Aventuras
grabadas con sangre en mis recuerdos.
Por Manuel Nicolás Ozáez
21/02/2018
Juan Pedro Quesada Ortega, Alférez Reservista Voluntario y Secretario de la Subdelegación del Gobierno en Jaén |
ANTONIO MANUEL CAMPOS GARRIDO
A menudo
opinamos de aquellos a quienes no conocemos,
Ni
sabemos de su presente, menos aún de su pasado, solo opinamos.
Todos
nos creemos con el conocimiento justo y necesario;
Oímos
cosas, percibimos detalles, nos han dicho, nos han contado;
Nadie
se ha preguntado por sus sueños, sus angustias, por sus credos,
Ignoramos
lo más profundo de sus pensamientos, desconocemos,
Ocultamos
lo más valioso de sus sentiMientos, lo secreto, lo velado.
CAMPOS es de esos, de los que opinamos, de los que son
necesarios,
Anónimo
en lo mundano. Con ilusiones, profundo, con sueños,
Más
silencioso que ufano, más humilde que vanidoso o arrogado.
Policía
nacional en un país, España, de cuyas virtudes se hacen dueños.
Olvidados
porque el silencio, la discreción es un acto valorado,
Sin
perjuicio del arrojo, de la gallardía o del mérito asaz estimado.
Gobernar
la ética y la moral es algo que se gana cada día.
A
los que con él disputamos en el fútbol el juego y el tempo,
Raudo
como un viento que declina adversarios en agonía,
Ralentizando
el regate, driblando con velocidad a contratiempo,
Iniciando
la estrategia hacia el compañero que en banda doblaría
Dando
la asistencia necesaria, el toque y el balón en el momento.
Opera
prima militar cuyas tácticas son armas de la artillería.
Por Nicolás M. Ozáez Gutiérrez
08/03/2018.
ALFREDO FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
ALFREDO es Manuel Atienza, el Alcalde Carbonero,
La
honra de la Peza, la que no se rinde, la que se enfrenta.
Fieramente
al canalla opresor, venga de donde venga.
Rodríguez Fernández Alfredo tuvo ese sueño,
Ejercer
de alcalde de su pueblo, aguerrido, montañero.
Donde
las dan las toman; no se perdonan las
afrentas.
Ojo
por ojo, diente por diente. Un águila de altos vuelos.
Fiel
a la tradición, a la leyenda, consecuente con la historia,
Enarbolando
al viento como divisa la negra bandera.
Réquiem
por los lapeceños que se enfrentaron al invasor,
No
rindieron sus armas, no estimaron en su alma el miedo,
A
modo de ejemplo pertrecharon un ejército modesto,
Nada
de otro mundo. Bravos. Intrépidos. Audaces. Osados.
Dicen
los relatos de Pedro Antonio de Alarcón, que por sus
Empinadas
calles, lonjas de catedrales y sus
imposibles esquinas,
Zagales
y zagalas dieron sus vidas por una causa: la libertad.
Relata
el novelista la epopeya de la Independencia;
Ojos
imperiales que posaron su mirada en España.
Doscientos
hombres y mujeres defendiendo la conciencia
Realista
de la patria, más allá de la ley y la hazaña.
Indefensos,
humildes, como insignia la impaciencia.
Granadinos,
artilleros carboneros, en campaña
Universal
por los oprimidos de otras guerras y otras ciencias,
Ejemplares
e insurrectos, ajenos a la vil artimaña
Zahúrda
y mezquina del infame amigo en apariencia.
Manuel
Ozáez
Iniciado el 22/02/2018 y
finaliza el 22/03/2018
JOSÉ CARLOS SUÁREZ ESCALONA
Joer!
Pensé. Al percibir la dimensión del nombre.
Otro
calentamiento de cabeza. Uno más, y van diez.
Si
es que no tienes remedio, amigo Manuel,
En
el envite va implícita la bondad del consuelo.
Creen
algunos que la inspiración, las musas
Anidan
en algunas mentes retorcidas, confusas,
Refugiadas
tras conquistar el estrecho a nado,
Las
turbulentas aguas de un embravecido mar,
Olimpo
al que arribamos en cutre patera
Simple
e ingenuo como el cuento de nunca acabar.
Si
mi maestro Lizcano escuchara mi lamento
Una
vez más, un escaso e íntimo momento
Al
que confesáramos, humildes, nuestros delirios,
Renacerían
viejas historias, antiguos martirios
En
los que el poeta iluminaba la voz y las palabras
Zalameras
de un tiempo sin prisas y abracadabras.
En
la niñez inocencia. Mocedad de impaciencia.
Sensatez
de adulto y de mayor, dosis de sapiencia.
Con
los años vividos la virtud de la experiencia,
A
la que en épocas convulsas disfrazamos de historia.
La
vemos pasar y nos apartamos a un lado.
Opinamos
de soslayo, con temor al desencuentro.
Nadie
hablará de nosotros cuando no estemos,
A
no ser que de una vez, desnudos, nos mostremos.
Por Manuel Ozáez. 14/03/2018
Coronel
LUIS SÁIZ SÁIZ
Caballero
Ballestero de la Santa Veracruz,
Ordenado
por su amor hacia la historia
Real
de esta tierra de sangre y conquistas
Otrora
sojuzgada, otrora por las armas liberada,
Nunca
rendida, jamás la herida sentenciada.
En
ocasiones bendecida, en otras agraviada,
Las
sombras de antaño que tornan en destellos.
Luis Sáiz Sáiz es, como diría Pérez Reverte,
Un
veterano de Los Tercios, curtido en mil batallas,
Imagen
de una tierra de héroes seductores de la muerte.
Sencillos.
Simples. De moral, de ética, con agallas.
Son
a veces guerreros, en otras tiernos y lisonjeros,
A
veces marciales, pero siempre afables e indulgentes;
Impasibles
al desaliento, sin fisuras, firmes, auténticos
Zarpazos
que damos a la vida: hombres insurgentes
Sin
los cuales la misma historia se encuentra a la deriva.
A
veces osados, pero siempre gentiles, clementes,
Impasibles
al desánimo, al hundimiento. Sucesiva
Zozobra
de una sociedad enfermiza e indolente.
Por Manuel Ozáez
12/03/2018- 15/03/2018
El coronel Luis Sáiz Sáiz, militar e intelectual, Caballero de la Orden de las Navas de Tolosa y dechado de virtudes humanas |
Asociación CAECILIA
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