ACTO HOMENAJE AL GENERAL TEODORO
REDING. BAILÉN, 22/04/2012
Ilustrísima Simona Villa, Alcaldesa
de Bailén, Ilustrísimo Sr. Coronel del RIMZ Córdoba 10, miembros de la
corporación municipal, Sra. Reding y familiares, miembros de los distintos
grupos de recreación histórica participantes,
compañeros del amigos militares y ciudadanos de Bailén y de otros
lugares que nos acompañáis en este acto.
No
es casualidad que yo esté hoy aquí glosando la figura del ilustre General
Reding, vencedor, entre otras, de la
Batalla de Bailén, pues de alguna forma, en mi faceta de
secretario de la
Asociación Caecilia , represento el espíritu de aquel grupo de
jóvenes que en los años 80 editaron la revista BAILÉN INFORMATIVO, decana de
publicaciones de las asociaciones culturales andaluzas. Precisamente de entre
sus filas surgieron investigadores, historiadores, escritores y periodistas que
comenzaron a cuestionarse la historiografía oficial, aquella que había sido
impresa en infinitos libros y depositada en mil y una bibliotecas. Un grupo de
jóvenes de la llamada nueva ola, comenzábamos a reivindicar en los medios
escritos y en los medios hablados, la importancia militar, política y humana
del personaje que hoy, doscientos años después, recordamos, pero sin que ello
supusiera un menoscabo de los logros de otros personajes, léase general
Castaños, o el mismo Dupont, pues la historia no entiende, o no debe entender
de bandos. Hasta principios de los años 80, ciertamente, su nombre, Reding, no
se había pronunciado con la devoción y énfasis que hoy le reconocemos. Justo es
decir que este país, y sus eruditos, fue injusto con él, por lo que homenajes
como el de esta mañana soleada de abril, no solo restituyen la trascendental
importancia del general Teodoro Reding
en los hechos de la Batalla
de Bailén contra el mejor ejército del mundo en su época, sino que restaura
nuestro propio honor y edifica nuestra conciencia tras casi dos siglos de olvido, ostracismo
y/o amnesia.
No es casualidad, digo, que hoy esté frente a
este grupo de amigos militares, dignos
descendientes de una estirpe de hombres de honor que no cedieron la libertad de
España a los designios de un soñador, Napoleón, ¡sí, un soñador!, pero también
un tirano, pues concebía la idea de una Europa unida, pero bajo su mando; una
supranación, poderosa, pero subyugada; la igualdad impuesta, no
sobrevenida; la legalidad arrancada, no mutuamente aceptada; la fraternidad torturada en vez de explicada.
Tampoco es casual que cuando un grupo de amigos decidimos crear una Asociación
de recreadores, la denomináramos “General Reding”, en homenaje a un soldado
suizo, que cedió sus apellidos a nuestra lucha, que inspiró nuestras gestas,
que, emulando la ficción de nuestro amigo y escritor Andrés Cárdenas, enamoró a
nuestras heroínas.
Recuerdo, junto a esta estatua del
General Reding, a nuestro añorado
historiador Jesús de Haro, redactor de BAILÉN INFORMATIVO y germen de la mejor
tradición en investigación histórica sobre la Batalla de Bailén,
contándome en El Paseo, espacio que curiosamente se llama Plaza General
Castaños, anécdotas sobre los regimientos Suizos de los generales Reding, sobre
sus vestimentas, acerca de las cláusulas que imponían en sus tratados de
adhesión a un país o a otro; el episodio entre soldados suizos, del bando
español y del bando francés en El Zumacal, que comenzó a declinar la batalla en
favor de Reding.
Hoy,
bajo la imponente imagen castrense y a la vez altiva de nuestro recordado
general Reding, no podemos obviar la penosa situación económica que vive España
en general y Bailén en particular, antaño vencedor en una contienda de sangre y
patriotismo, orgulloso de oír su nombre con respeto y admiración, hoy vencidos
por la crisis pero no derrotados. Me voy a aprovechar de la ocasión que se nos
brinda a los grupos de recreación histórica, y voy a susurrar al oído de las
autoridades civiles y militares que la historia es progreso, que la cultura es
desarrollo, que la recuperación de nuestro legado historiográfico es también
fundamental para que nuestro pueblo sobreviva y resurja de las cenizas en que
hoy se ve envuelto, pues no solo de ladrillo y pan vive el hombre. Que este
impulso que recibimos del Bicentenario de la gesta de la Batalla de Bailén, a los
que nos tocó vivirlo en primera persona, y al resto de nuestros paisanos y
vecinos, nos sirva para recordar que somos capaces de crear algo grande y
duradero. Que hace doscientos años pudimos y que la actual batalla contra la
apatía, los mercados económicos y financieros, y los especuladores, no va a ser
suficiente para doblegar a este pueblo orgulloso y guerrillero.
Necesitamos de entre vosotros el espíritu y
liderazgo de un general Teodoro Reding que sobreponiéndose a los contrarios
elementos, a los desánimos, a los obstáculos, zancadillas y tormentas, sepa
pilotar esta nave de seres con proyectos, con ilusiones, con esperanzas, a
través de un mar de tinieblas en el que a veces es difícil vislumbrar la luz,
la salida. A un líder, educado en la sabia democrática que, como antaño el
general Teodoro Reding, justo, con visión de futuro, al que sus soldados,
nosotros los ciudadanos, sigamos hacia una nueva victoria, convencidos de su
estrategia, de su liderazgo y de su humanidad.
No
he venido hoy a deciros que Teodoro Reding nació en Suiza un cinco de julio de
1755, pues otros antes que yo lo dijeron. Tampoco que falleció el 23 de abril
de 1809, como consecuencia de una infección provocada por las heridas de guerra
sufridas en el combate de Tarragona, pues otros más doctos pronunciaron ya esas
palabras. Ni tan siquiera que en la epidemia de fiebre amarilla que se desató
en Málaga en 1803, como miembro de la
Junta de Sanidad, arriesgara su vida por atender a los
enfermos, o datos como que desde el año 1806 fuera Gobernador Militar y
Corregidor Político de Málaga, pues Jon
Valera, presidente de la
Asociación Teodoro Reding, ya se ha encargado de
recordárnoslo más de una vez.
No
ha sido mi intención evocar de nuevo ciertos datos que en ediciones anteriores
se citaron, sino reconocer la figura del militar, de la persona que, a pesar de
no haber nacido en nuestro país, luchó como uno más de nosotros, vivió como uno
más de los nuestros, y murió como el mejor de nuestros laureados héroes, en el
campo de batalla, defendiendo los ideales de libertad e independencia que los
españoles nos impusimos como credo en 1808 y que posteriormente, en el año 1812
ratificamos en la 1ª Constitución Democrática de nuestro país, La Pepa. Por ello, pienso
que no es arriesgado, en este año en el que también se celebra en Cádiz otro bicentenario,
relacionar a Teodoro Reding con La
Pepa , pues cada letra impresa en el Tratado se escribió con
oro de ilusiones y con la sangre de nuestros mejores ciudadanos. Muchas gracias a todos.
Por
Nicolás Manuel Ozáez Gutiérrez, Secretario de la Asociación Histórico
Cultural General Reding, de Bailén
No hay comentarios:
Publicar un comentario