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domingo, 16 de octubre de 2011

Durán y Lleida el tío del peine. Andrés Cárdenas

Ahora mismo, no sé si continuar escribiendo este artículo o mandar las pocas líneas que llevo a tomar por saco. Mientras dudo estoy tecleando. La duda en mí es habitual como tomarme todos los días una caña en el bar de la esquina, con permiso de Duran y Lleida, eso sí. Digo que ahora mismo no sé si meterme con ese político catalán que acabo de nombrar, que es lo que todos los columnistas están haciendo, o considerar que no merece la pena seguir dando palos a la misma estera, entre otras cosas porque no creo ni siquiera que ese tipo se merezca la atención de tanta gente. Como buen catalán, lo que ha hecho es tirar el tópico y pintar a todos los andaluces como vagos. Eso, mire usted por donde no se lo reprocho. Además, ya estamos acostumbrados. Cada vez que vienen unas elecciones nunca falta el señorito catalán que se mete con los andaluces. Nosotros también tiramos de tópicos cuando retratamos a los catalanes y los ponemos como cofrades de la Virgen del Puño, más agarraos que una vieja en un columpio, que se tiran menos que el portero de un futbolín, vaya. Por cierto, ¿saben la diferencia entre dos políticos veteranos que se quedan calvos, uno de ellos andaluz y otro catalán tipo Duran y Lleida? Pues que el político andaluz se compra un sombrero para ir más elegante y el catalán vende el peine. ¿Y saben aquel del catalán que fue a una farmacia a que le pusieran un parche a un condón y pidió la factura porque era para una peña? ¿No quiere usted tópicos señor Durán?, ¡pues tome tópicos!

Por eso, ya digo, a mí eso de que nos trate como a vagos no me ha molestado mucho (ya quisieran muchos catalanes aguantar el arreglo las aceras del cementerio de Jun a las cinco de la tarde de un mes de agosto), lo que realmente me ha molestado es que crea que estar en una taberna es algo que debemos reprocharnos. Mire usted, señor Durán, nos gusta las tabernas, sí, qué pasa. Nos gusta el ambiente de los bares, nos gusta tapear, y lo que más nos gusta es invitar a los amigos. Yo sé que los catalanes no van a las tabernas no porque no les guste, sino por temor a juntarse con un amigo y tener que invitarlo. ¿No quiere usted tópicos, señor Durán? ¡pues tome tópicos!

Joder, que yo prefiero una taberna a no estar encerrado, como aquella mosca a la que se le jodió el veraneo en la Costa Brava porque se metió en el bolso de una catalana y esta no lo abrió en un mes.

Sepa, señor Duran que los nacionalismos se curan viajando, así que como terapia usted puede venir siempre que quiera a Andalucía. Y no se preocupe por pagar, pagamos nosotros. Además, por las tapas no debe preocuparse, son gratis. Por cierto, ¿cuánto le han dado por el peine?

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