Trajín de vida
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Mis mil amigos del ‘feisbuq’
Publicado en March 10, 2011
Para celebrar que tengo ya mil amigos en el feisbuq organicé el otro día una barbacoa. Yo creía que iban a venir menos pero al final se presentaron casi cincuenta. A la mitad ni los había visto nunca. Antes los amigos eran con los que te podías beber unas cañas en la taberna, pero ahora son aquellos con los que te pueden enrollar en las redes sociales. Enrollar en el buen sentido de la palabra. Son cosas del progreso.
Organizar una barbacoa es una cosa muy agradecida. Tu mujer se encarga de comprar todo, de poner la carne al alcance de la mano, de hacer las salsas y de lavar luego los platos. Y el que se lleva los parabienes eres tú, que sólo te has dedicado a darle la vuelta a la carne o las morcillas.
-Joder, qué bien te ha salido –te dicen los que quieren halagarte.
A mí no es que me gusta que me alaben, pero sí lo hacen tampoco le pongo peros.
Lo que me dí cuenta es que muchas redes sociales y muchas pollas pero cuando se trata de encender una barbacoa siempre hay expertos en periódicos de papel.
-El dominical de El Mundo arde muy bien pero donde se ponga un País añejo…
Bueno, el caso es que les dije a mis amigos del fesibuq que yo estaba en las redes sociales pero que todavía no estaba convencido del todo porque aún no sé si pierdo el tiempo o lo gano.
Además, les dije que es porque no quería que me pasara como aquella persona que estaba siendo juzgada por el asesinato de una persona cuyo cadáver no aparecía. El abogado, temeroso de que su cliente fuese condenado, recurrió a un truco:- Señoras y señores del jurado, señor juez, tengo una sorpresa para todos, - dijo el abogado, mirando hacia su reloj- dentro de dos minutos, la persona que aquí se presume asesinada entrará en la sala de este tribunal.Luego el abogado se quedó mirando hacia la puerta. Los miembros del jurado, el juez, todos ellos sorprendidos miraban también llenos de ansiedad.Transcurrieron dos largos minutos y nada sucedió. El abogado, entonces, finalizó diciendo:- Realmente, dije eso y todos ustedes miraron hacia la puerta con la expectativa de ver a la supuesta víctima. Por lo tanto, quedó claro que todos tienen dudas en este caso, de que alguien realmente haya sido asesinado. Es por ello que les ruego que consideren a mi cliente inocente, ya que ante la duda el mismo debe ser declarado absuelto. (in dubio pro reo).
Los jurados, visiblemente sorprendidos, se retiraron para la decisión final. Algunos minutos después, el jurado volvió y pronunció su veredicto:
- ¡Culpable!
-¿Pero cómo? – preguntó el abogado – Yo vi a todos ustedes mirar fijamente hacia la puerta. ¡Es evidente que estaban con dudas! ¿Cómo condenan con duda?
A lo que el juez aclaró:
- Sí, todos nosotros miramos hacia la puerta, menos su cliente.
Lo que yo he aprendido con este cuento es que mi patria es el periodismo impreso en papel, pero si hay que mirar a la puerta por donde creo que no aparecerá nadie, pues se mira y ya está, aunque sólo sea par hacer creer que no soy culpable.
Andrés Cárdenas Muñoz
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