Qué pena que las lluvias de este viernes no se reciban en todos los hogares como agua bendita -dígase limpieza de elementos contaminantes de la atmósfera, dígase riego para nuestros campos, dígase crecida de los ríos y embalses, dígase en definitiva riqueza-. Porque en algunos lugares de Bailén, caso de los pisos verdes, la calle María Bellido, pasaje Puerto Rico, o los comercios de la calle Real, el Paseo o la calle Arroyo, sobre todo de la calle Arroyo -no es casualidad el nombre de la calle, por cierto- estarán asustados con las nuevas aguas que están cayendo. Miran al cielo con preocupación. ¿Que pensará el amigo Pedro Maldonado, el de la tienda de deportes, cuando las nubes se ponen sobre nuestra ciudad? ¿Tendrá que, a prisa y corriendo recoger la ropa deportiva, el calzado, los enseres de su tienda para así evitar otra tragedia en forma de inundaciones? O el caso de la tienda de muebles de Pepe Chico, que rezará hasta el infinito para que no vuelva a colarse en su comercio el "infame" líquido bendito, y aumentar más aún la precaria situación en que nos vemos abocados por la crisis.
Y mientras el Ayuntamiento qué ha hecho para remediar la situación de las crecidas. Qué medidas ha tomado para paliar el lógico malestar de vecinos y comerciantes. No sé, que nos lo cuenten ...
Paradojas de la vida: lástima de agua bendita que nunca llueve a gusto de todos.
por Manolo Ozáez para Bailén Informativo
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