F.
Javier Castillejo de Haro. Graduado en Ciencias Políticas y de la
Administración. Vocal de Politicand (Asociación de Politólogos de Andalucía).
Los últimos acontecimientos acaecidos alrededor de la figura de nuestro “Primer Ministro”, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, me hacen reflexionar hacia donde se dirige la política en España.
Como
analista político, lo sucedido me ha descolocado. Reconozco que se me cae un
mito de la resistencia política. Creo que lo ocurrido no obedece a ninguna
estrategia electoralista. No tiene sentido, con la actual cobertura. Las
expectativas son que el PSC va a mejorar, notablemente, sus últimos resultados
en Catalunya. Además, con relación a las próximas elecciones al Parlamento
Europeo, los últimos sondeos demoscópicos sitúan a los socialistas empatados, en
intención de voto, con el Partido Popular. Probablemente, la situación de
continuo hostigamiento, de la derecha y ultraderecha política y mediática, le
ha superado.
La
política, entendida como la fórmula de llegar a puntos de encuentro con diferentes, está desaparecida. La ausencia de
argumentos y propuestas, el “tú más”, la política barriobajera y de trinchera, la
utilización discrecional de las "fake news" o la testosterona se ha impuesto a los
valores que deberían de imperar en las diferentes sedes de la soberanía
popular. La actual casta política no ayuda a disminuir la desafección del
electorado y la polarización de la sociedad.
A
ojos de la opinión pública, la presunción de inocencia no existe. El caso de
Begoña Gómez es paradigmático. Resulta demencial, basándose en una serie de artículos periodísticos
sin demostrar, condenar a una ciudadana.
Ante
este proceso, de reflexión del Presidente, los ciudadanos nos preguntamos que
pasará. Se abren cuatro posibilidades:
- Que
no dimita y retome su actividad, como cabeza visible del poder ejecutivo.
- Que
no dimita y se someta a una cuestión de confianza. Solo tendría sentido a
efectos simbólicos. Este mecanismo parlamentario debería utilizarse si existieran
disensiones con sus socios de coalición.
- Que
dimita y convoque elecciones. Es el supuesto que veo más improbable. Sería un
acto de irresponsabilidad hacia su partido y el electorado progresista.
Supondría, casi con total seguridad, un cambio de color de Gobierno.
- Que
dimita y se aplique, reglamentariamente, el artículo 101 de la Constitución
Española. Cesaría el Gobierno y permanecería en funciones hasta la toma de
posesión del nuevo. A continuación, comenzaría la apertura de consultas, la
consiguiente proposición del Jefe de Estado de un candidato (probablemente la
Vicepresidenta Primera, María Jesús Montero Cuadrado), sometiéndose a una
votación de investidura en el Congreso de los Diputados.
El
lunes nos quitaremos de dudas.
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