Inicio de Bailén
-Me hacen Vds. reír con su
sencilla ignorancia respecto al hombre más grande y
más poderoso que ha existido en el mundo. ¡Si sabré
yo quién es Napoleón!, yo que le he visto, que le he
hablado, que le he servido, que tengo aquí en el
brazo derecho la señal de las herraduras de su
caballo, cuando... Fue en la batalla de Austerlitz:
él subía a todo escape la loma de Pratzen, después
de haber mandado destruir a cañonazos el hielo de
los pantanos donde perecieron ahogados más de cuatro
mil rusos. Yo que estaba en el 17 de línea, de la
división de Vandamme, yacía en tierra gravemente
herido en la cabeza. De veras creí que había llegado
mi última hora. Pues como digo, al pasar él con todo
su estado mayor y la infantería de la guardia, las
patas de su caballo me magullaron el brazo en tales
términos que todavía me duele. Sin embargo, tan
grande era nuestro entusiasmo en aquel célebre día
que incorporándome como pude, grité: «¡Viva el
Emperador!».
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